Principios de la sostenibilidad
2/7: Un medio ambiente sostenible

Un entorno natural es sostenible cuando la tierra, las plantas y los animales (juntos forman lo que se conoce como ecosistema) conviven de forma equilibrada.

¿Podemos ser más sostenibles desde un punto de vista ambiental?

Los humanos pueden utilizar los recursos naturales, como por ejemplo la madera, para construir casas u otros edificios. Si en Galápagos la gente no parase de cortar árboles para conseguir madera hasta que ya no quedasen más árboles en una zona, diríamos que este comportamiento es “insostenible”. Si quisieran actuar de una manera “sostenible”, podrían pensar en cortar solo árboles maduros (adultos) y cada vez que se retirase un árbol, se podría plantar al menos uno más y de esta manera,  los árboles plantados crecerían con el tiempo y la gente podría utilizar su madera. Por otra parte, se podría cerciorar de alguna manera de que solo se cortan los árboles necesarios, en vez de talar todos los árboles para luego decidir qué hacer con la madera. De esta forma, podrían seguir prosperando animales y aves de Galápagos (como los pinzones de Darwin) que dependen de los árboles para guarecerse y encontrar alimento.

En los tiempos que corren, la electricidad es una necesidad imprescindible de los hogares. Para reducir el daño ocasionado en el medio ambiente (lee el capítulo Energías Renovables), se podría intentar generar electricidad de manera que esta trabaje con y no en contra de la naturaleza. Por ejemplo, se podría invertir en nuevas energías renovables, como es la energía solar o la hidroeléctrica, en vez de en combustibles fósiles que liberan a la atmósfera gases nocivos de efecto invernadero. Todos estos combustibles fósiles dañinos necesitan además, ser transportados a las islas, lo que conlleva el riesgo de que se vierta petróleo en el frágil ecosistema marino (visita nuestro artículo de blog “Buques encallados: arriesgando los ecosistemas de Galápagos).

¿Por qué es importante la sostenibilidad medioambiental?

Si al tomar decisiones no nos paramos a pensar en el medio ambiente, este podría terminar tan dañado que fuera imposible repararlo y restaurarlo. Los bosques scalesia de Galápagos ayudan a absorber de la atmósfera el tan nocivo dióxido de carbono. Por otra parte, también tenemos que considerar que si seguimos destruyendo las islas, ¿querrán los turistas seguir visitándolas? Podría afectar a los negocios de las personas que dependen de los turistas que llegan a las islas, como hoteles, restaurantes y guías turísticos.

Estudio de caso: los bosques scalesia de Santa Cruz, las islas Galápagos

La naturaleza única de Galápagos implica que su medio ambiente sea tremendamente vulnerable a las acciones no sostenibles de los seres humanos. Un ejemplo de esto tuvo lugar en la isla de Santa Cruz, en el centro del archipiélago.

A principios de los setenta, en un bosque de Santa Cruz predominaba la scalesia, un tipo de árbol que solo puede encontrarse en Galápagos (especie endémica). En el archipiélago se pueden encontrar quince tipos distintos de Scalesia, todos ellos pueden llegar a crecer unos doce metros de altura. Su denso follaje protege del sol, del calor y de precipitaciones fuertes a los niveles más bajos del bosque, ayudando de esta forma a que no se erosione el suelo.

 

Scalesia pedunculata © Patricia Jaramillo y la Fundación Charles Darwin

Scalesia pedunculata © Patricia Jaramillo y la Fundación Charles Darwin

En 1982, un evento del Niño provocó que el clima de Galápagos fuera muy adverso; durante ocho meses llovió de manera intensa en Santa Cruz y casi todos los árboles adultos scalesia murieron. En los dos años siguientes, Santa Cruz experimentó unas condiciones meteorológicas opuestas, conocidas como La Niña, fenómeno caracterizado por provocar sequías y escasas precipitaciones. Hubo pocos indicios de que el bosque se estuviese recuperando para lograr a ser como era en los setenta.

Con poca competencia, el espacio dejado por los árboles se convirtió en el nuevo hogar de especies introducidas. La guayaba común, psidium guajava, se introdujo en Galápagos en 1870 por su alimento, mientras que en torno a la misma época, se plantó el cedro americano, cedela odorata por su madera. Ambas especies se han extendido por las islas apoderándose de las zonas de los bosques scalesia.

Hacia el año 2007, quedaban muy pocos árboles scalesia en el bosque de Santa Cruz. A día de hoy, especies nuevas como la mora silvestre están abriéndose paso en el bosque y cambiando de nuevo el ecosistema. A pesar de que los seres humanos no podían controlar los efectos de los fenómenos meteorológicos del Niño y de la Niña, el impacto producido en el bosque scalesia empeoró por culpa de las acciones no sostenibles de personas que trajeron las especies introducidas a las islas, dejando al bosque scalesia con poca posibilidad de crecer de nuevo de forma natural.

Actualmente, se están llevando a cabo proyectos de conservación para reforestar zonas de las islas Galápagos con sus árboles scalesia nativos.

Mora silvestre © Galapagos Conservation Trust

Mora silvestre © Galapagos Conservation Trust

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