A principios del siglo XIX, Galápagos tenía la reputación de ser un lugar duro e inhóspito, por lo que muy pocas personas se ofrecieron voluntarias a vivir en la primera colonia. Algunos de los primeros colonos eran soldados ecuatorianos a quienes el gobierno envió como prisioneros a las islas tras un golpe de estado fallido en 1832. Al poco tiempo, la colonia empezó a expandirse al unírseles delincuentes comunes y prisioneros políticos.
Los colonos empezaron a cosechar el musgo Orchil, usado en la industria gráfica para lograr el color morado, este negocio no les fue muy rentable, así que pronto volvieron a dedicarse a la ganadería. Cuando los recursos alimentarios se hicieron escasos en Floreana, los colonos se dispersaron por las islas estableciendo pequeñas colonias.
La primera colonia: El Progreso
Manuel J Cobos llegó a San Cristóbal en 1866 y se convirtió en el primer propietario de la isla. San Cristóbal es una de las islas más grandes del archipiélago y una de las pocas que dispone de un suministro constante de agua fresca. Cobos fundó la colonia de nombre “El Progreso”.
En 1879, Cobos decidió que se cultivaría en la colonia caña de azúcar y café. El rico suelo volcánico de San Cristóbal hace que la isla sea apta para la siembra de ambos cultivos.
Se empezó a conocer la plantación de café de Cobos como “El Cafetal” cuando este importó a ella judías. El gobierno de Ecuador obligaba a reclusos enviados desde Guayaquil a que trabajasen la tierra de la isla del “Imperio Cobos”.
Cobos era conocido por ser duro con los trabajadores, es por esto por lo que en 1904 se rebelaron y le asesinaron. Como consecuencia, El Progreso y El Cafetal estuvieron abandonados durante años. La colonia, no obstante, permaneció y San Cristóbal sigue siendo la sede del gobierno en Galápagos.
En 1893, en la costa sudeste de Isabela, Don Antonio Gil estableció dos colonias. Una llevó el nombre del General Villamil y la otra la de Santo Tomás. Santo Tomás se estableció para extraer sulfuro y coral.
Los primeros científicos
El reconocimiento por parte del mundo de la ciencia de las islas Galápagos fue en aumento. El número de visitas de naturalistas creció y la recolección de muestras de Galápagos pasó a ser el atractivo de los visitantes. En 1901 y 1905, el naturalista Rollo Beck visitó las islas como líder de una expedición de la Academia de Ciencias de California. Permaneció en el archipiélago durante más de un año.
La expedición reunió la mayor colección hasta la fecha, con más de 76 000 especímenes. Lograron reunir todos los tipos de especie salvo una de tortuga gigante. En aquella época se pensaba que la única forma de preservar para la prosperidad las especies de Galápagos era consiguiendo una extensa colección de especímenes.
William Beebe realzó la importancia de Galápagos en sus dos viajes a las islas; el primero en 1923 y el segundo en 1925. Después de cada visita publicó un libro en el que documentaba sus viajes y hablaba de lo que vio en ellas.
En 1924 y 1926 se publican, respectivamente, “Galápagos, fin del mundo” y “Días en la selva”, ambos cautivaron la imaginación de aspirantes a naturalistas e idealistas de todo el mundo. El libro “Galápagos, fin del mundo” fue visto como el catalizador para que visitasen las islas una nueva oleada de eco-turistas. Algunos individuos acaudalados quisieron ver por ellos mismos estas tierras extrañas.
Cuando en 1914 se finalizó la construcción del Canal de Panamá, se hizo más sencillo poder visitar las Galápagos. El ecoturismo es todavía a día de hoy de gran importancia en las islas
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